30 marzo 2011

SAM SPIEGEL. Productor y personaje.

Es Elia Kazan uno de los directores más interesantes de la historia del cine, por supuesto por ser el creador de obras como “La Ley del Silencio” (probablemente digna de estar dentro de un Top Ten de las más grandes de la historia), pero sin duda por ser propietario de una de las personalidades más controvertidas que ha dado el cine.


Puede extrañar titular este post con el nombre de Sam Spiegel y comenzar hablando de Elia Kazan, pero es que en la autobiografía de este último, hay cientos de referencias interesantes para todo aquellos amantes del cine clásico, y especialmente algunas concretas a la figura de Sam Spiegel, productor precisamente de “La Ley del Silencio”. Si creemos a Kazan (a veces es realmente complicado), Spiegel fue uno de esos personajes únicos e imprescindibles del cine norteamericano; uno de esos tipos independientes (es uno de los máximos exponentes de esta clase de productores*) que arriesgaban todo lo que tenían (incluída la familia), para regalar a la posteridad (y a su mayor gloria) un puñado de obras maestras que no nacen inicialmente para ser más que meros vehículos de entretenimiento, pero que sin duda son películas diferentes dentro de la tradición de Hollywood, producidas a contracorriente y con un grado de riesgo muy elevado, solo concebibles gracias a audaces como Spiegel.

Es muy conocido el caso de David O. Selznick, responsable máximo de "Lo que el Viento se llevó", que invirtió todo su dinero y su salud (y la de otros**) a la puesta en marcha, realización y finalización de la mítica película. Sin embargo, aunque Sam Spiegel sea menos conocido entre neófitos, tiene algunos paralelismos con el famoso Selznick y sin duda regaló al menos tantas obras maestras como el primero: además de “La Ley del Silencio”, “La Reina de África”, “El puente sobre el Río Kwai” o “Lawrence de Arabia”, por decir sólo (¡) algunos ejemplos.

En mi opinión, la persona define el tipo de productor y aunque sea a “toro pasado” es fácilmente reconocer tras gloriosas “locuras” como las de “Lawrence de Arabia”, a un hombre hiperactivo, neurótico y valiente al mismo tiempo, capaz de gastar el dinero a espuertas y no solo en sus películas. En este sentido, permitir que David Lean casi provoque la locura entre sus trabajadores para grabar una puesta de sol con un camello viniendo desde el horizonte en una escena de más de 3 minutos o esperando durante decenas de tomas a que una mosca se pose sobre Peter O’Toole, es de productores o arriesgados o por el contrario, inconscientes.

Los directores, guionistas y demás trabajadores, no sabían si odiarle o amarle. Regateaba cualquier gasto pero sin embargo, fue capaz de montar tal infraestructura en la selva del Congo (¡a principios de los años 50!), como para llevar agua corriente y alojamiento más que digno a todo su equipo cuando produjo “La Reina de África”. Lo único que no pudo evitar fueron las picaduras y ataques de insectos, además de la multitud de indigestiones y enfermedades que acosaron a todo el equipo. Al parecer solo se libraron él mismo, Humphrey Bogart y John Huston... y es que a los mosquitos nos les gustó la sangre con sabor a alcohol. El propio Bogart lo expresa inmejorablemente:

“Comía alubias cocinadas y espárragos de lata y bebía whisky escocés. Cuando una mosca nos picaba a Huston o a mí, caía muerta al instante”.

También son legendarias sus fiestas y excesos privados: una figura mitológica que derrochaba el dinero que no tenía en fiestas en su propia casa o su yate, que bebía champán para refrescarse en un partido de tenis, que repartía propinas escandalosas a los camareros de los mejores restaurantes. También era capaz sin ninguna duda ética al respecto, de negociar con dos actores a la vez y para el mismo papel (Brando y Sinatra nada menos para protagonizar “La Ley del Silencio”) o escamotear todo el dinero que podía en la producción de su película, a la vez que pagaba a parte del equipo con sobres dispuestos en una mesa de camping con temperaturas a bajo cero en los muelles de Nueva York. Acudía en limusina a los rodajes, con abrigo de piel de camello y una chica que podría ser su nieta de carabina; sin embargo, era un titán trabajando y limando los guiones que decidía rodar hasta sacar de ellos todo el rendimiento posible. Con el dinero que consiguió con sus películas más famosas y la gloria que le reportaron, pagaba las deudas que hasta entonces acumulaba por sus fracasos y derroches.

Interesante figura la de este judío austriaco que hasta escapó, nadie sabe muy bien cómo, de los crematorios nazis y que sin embargo, posteriormente fue capaz de codearse con los reyes árabes para favorecer el rodaje de “Lawrence”.

Su vida finalmente se apagó en 1.986 y no pudo ser de otra manera, en la habitación de un Hotel en la isla caribeña de St. Martin. Buen lugar para despedirse del mundo y digno de Spiegel.

Biografía y filmografía.

* Harvey Weinstein y Scott Rudin, ambos judíos, orondos y neoyorkinos, productores independientes serían su proyección más contemporánea (salvo porque Spiegel nació en Austria, las otras 3 características son compartidas).

** Al parecer, Selznick era un maestro en el uso de estimulantes y sustancias de todo tipo (líquidas y sólidas), para mantener a sus guoinistas con los ojos abiertos durante días y hasta que acabaran lo que esperaba de ellos.

2 comentarios :

Querido Roy, he leido con atención su perfil de Sam Spiegel y me ha venido a la cabeza una lectura que en su momento me dejó impresionado y desde entonces la tengo presente en mis escasos o inexistentes análisis profundos acerca del cine.
Spiegel, Kazan, Selnick... ¡vaya piezas! ¡Y a cual más!
Parecerá un juego de malabares el que hago -te explico a continuación- pero algunas veces un ángulo diferente puede llevar a comprender algunas de las contradicciones de estos excentricos personajes.
El libro en cuestión es "Fábrica de Sueños" de un tal Ilya Ehrenburg. Este señor participó activamente en algunos saraos de su tiempo (revolución rusa, guerra civil española,...) y a pesar de dejar Rusia en 1921 fue diputado del Soviet Supremo; por eso su libro pudiera parecer un panfleto de la época típico de la peor época de la Guerra Fría. Pero si lo lees con detenimiento parece que hace un fidedigno retrato del nacimiento de la industria "hollywoodiense" y sus prohombres: Adolph Zuckor, fundador de la Paramount; Samuel Goldwynd, fundador de la Metro Goldwyn Meyer o George Eastman, inventor del rollo de película Kodak; entre otros.
En resumen, de como el cine sustituye a la religión como droga dura de curritos y asalariados, al fin y al cabo votantes.

No es la primera vez que leo la estrecha relación entre el poder en la meca del cine y el alineamiento, indudable en los albores del cine.
Pero no menos cierto es que el cine contiene también desde su inicio el empuje de gente independiente y brillante, además de en ocasiones contestataria, atrevida e incluso subersiva.
Es también de estos tiempos que mencionas, el Código Hays que intentó rebajar el tono realmente escandaloso para las mentes bien pensantes de la época, que estaban alcanzando algunas películas.
Este código acabaría cercenando temas como el divorcio, la promiscuidad, el sexo, los desnudos, etc. aunque por otro lado multiplicó la agudeza de los creadores para hablar de los mismo en de forma más sutil (Lubitsch, Wilder, etc.)
También es cierto que luego para rematar, vino la Guerra Fría y la "Caza de Brujas" del senador Mcarthy en Hollywood y entonces a quien se cercenó fue a los creadores izquierdistas... algunos de la inmensa talla de Dalton Trumbo, los hermanos Epstein, John Garfield, Dashiel Hammet y un largo etc., en el que no aparece precisamente Elia Kazan por convertirse en delator de los anteriores (pero esta es otra historia).
Sin embargo, creo que Sam Spiegel es un rara avis en todo esto... sin duda comparte más que profesión con todos esos magnates que comentas, pero por otro lado, su cine está más cercano al de los que menciono más arriba...

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